domingo, 9 de julio de 2017

IGNACIO ABELLA (Vitoria, 1961)
Eucalipto - La desintegración del paisaje
de "Las voces el bosque"

En ausencia de lo sagrado, nada es sagrado, todo está en venta. (Orens Lyons, nación Onondaga)
"Desde la orilla del mar hasta la cima de las más altas montañas del interior se veían poderosos eucaliptos, esos árboles gigantes de los bosques australes”. (Bernardin de St. Pierre – Bosques de Tasmania)


     Para unos pocos, terratenientes o especuladores, su cultivo es un fabuloso negocio que proporciona grandes beneficios a corto plazo, principalmente convirtiendo la madera en celulosa o en energía para las centrales de biomasa (también sirve para entibado de minas, parquets y otros usos).
     Grandes multinacionales imponen su monocultivo, a menudo con la connivencia de los gobiernos de turno, y han emprendido campañas publicitarias muy agresivas, justificando la implantación de éste árbol y tergiversando su repercusión sobre el entorno local y global. Se presentan investigaciones e informes con conclusiones a la carta para avalar los benéficos efectos de esta especie. Sostienen por ejemplo que es muy eficiente en la captura del CO2 y por tanto en la lucha frente al cambio climático. 
     La realidad es que su eficacia en este sentido es nula y prácticamente todo el carbono atrapado vuelve a liberarse de forma rapidísima a la atmósfera, mientras que los bosques autóctonos que desplaza sí hubieran sido muy útiles en este sentido. Se asegura también que crea puestos de trabajo, pero no se habla de los que destruye, al desintegrar la trama social y cultural de los paisajes.
     El interés de las empresas es claro. Propugnan la plantación de grandes extensiones para obtener su materia prima al menor coste posible. En la perversa lógica especulativa, el razonamiento es impecable. Cuando los vaivenes del mercado lo aconsejen, irán a invertir en otro lado. Muchos terratenientes han optado por el eucalipto para obtener beneficios fáciles en una economía rural amenazada por el abandono y el declive de los antiguos sistemas.
     Pero el precio es demasiado alto. La salvaje invasión de los eucaliptales ha tenido un efecto letal para los ganaderos y campesinos que han visto cómo la voracidad de estos nuevos vecinos que sobrepasan en unos pocos años los 20 metros de altura, secaba las fuentes, empobrecía prados y tierras de labor aledaños y sumía en permanente sombra incluso las casas de los pueblos. Sus secuelas son por otra parte fatales al suplantar las especies y usos tradicionales y atentar contra la biodiversidad y el propio futuro de los paisajes y las comunidades que los habitan.
     El eucaliptal se ha convertido así en la antítesis del bosque. Y lo que es peor, una vez plantado, resulta muy difícil y costoso erradicarlo para reconvertir el terreno a otro cultivo o actividad. Francis Hallé, experto en bosques primarios lleva décadas alertando de las consecuencias del cultivo generalizado de estas especies: “La mundialización de los árboles está en marcha – dice este botánico – pero he aquí que favorece sobre todo a los industriales de los países ricos, en cuanto a la gente de los países pobres sus árboles favoritos son especies humildes que no interesan a los financieros ni a los tecnócratas.”
     España y Portugal, Estados Unidos, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, la India, China, Etiopía… son algunos de los países más afectados por este monocultivo. El problema se agudiza en las comunidades más arraigadas como los mapuches, que ven sus paisajes y territorios ancestrales invadidos por empresas sin escrúpulos que aniquilan su economía, su cultura y su identidad. Su oposición a esta nueva forma de conquista, es reprimida de forma implacable.
 
¿FUTURO? Los paisanos y especialmente las administraciones deben pensar que llega un momento en el que las cuentas no salen (véase lo que sucedió con el ladrillo). Porque cae la demanda de papel, porque se ha saturado el mercado, porque otros países venden a precios más competitivos, etc. Es entonces cuando se descubre que la reconversión de las plantaciones es muy cara y difícil y el eucalipto se revela como un verdadero lastre para el futuro de una región que no puede disponer de los terrenos ocupados.
     El elevado riesgo de incendio del eucaliptal y su facilidad para asilvestrarse e invadir de forma natural otros terrenos, constituyen problemas añadidos. Una vez más gobiernos y compañías juegan al margen de los intereses de los pueblos y sus territorios, empobreciendo de forma casi irreversible suelos, paisajes y personas.
     Frente al secuestro del futuro que representa el eucalipto hemos de encontrar la forma de reconvertir estas plantaciones y utilizar alternativas autóctonas como el abedul. Su rendimiento no es tan grande, pero sus beneficios a otros niveles, compensan su utilización. Paisanos y ciudadanos, podemos, reducir el consumo de papel, reciclar y cuando es posible, trabajar activamente en la divulgación y denuncia de estos falsos bosques. (Ver Integral Práctica)
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