domingo, 5 de marzo de 2017

JOSÉ PLUMED
(técnico en arboricultura del Jardín Botánico de València)
febrero 2017

 Los árboles monumentales de nuestros pueblos, nuestros patriarcas, ese patrimonio histórico, social y cultural que tanto estimamos los valencianos, están desde ahora más desatendidos y expuestos a los numerosos peligros que les rodean. Los malos augurios habían estado gestándose diez años, los transcurridos sin que los políticos hayan hecho prácticamente nada por aplicar y desarrollar la Ley que ellos mismos aprobaron por unanimidad en Les Corts. Pero últimamente ya no se limitan a no hacer, sino que parecen haber decidido deshacer lo poco hecho.
La primera señal de alarma llegó el pasado otoño, cuando la Diputación de Valencia desmanteló el único departamento específico de árboles monumentales en toda España y despidió a su director, el botánico Bernabé Moya. En sus más de 20 años de existencia, el Departamento había realizado una valiosísima labor de investigación, formación y divulgación sobre numerosos temas relacionados con el medio ambiente, la arboricultura ornamental o la palmicultura. En colaboración con diversas instituciones nacionales e internacionales, fomentó de manera decisiva el conocimiento y la difusión de la arboricultura, aportando materiales y técnicas que revolucionaron este sector de tanta importancia en la economía de la Comunitat Valenciana. 

En este terreno, la Diputación y el Jardín Botánico de la Universitat de València´siempre se habían encontrado. Hace ya muchos años, organizaron juntos el primer intercambio europeo de formación, en el que se actualizaron los conocimientos y técnicas para realizar un trabajo de calidad sobre los árboles y palmeras. La labor formativa realizada por Bernabé Moya y el departamento que dirigía ha permitido que numerosos jardineros y podadores que trabajan en nuestros municipios tengan una visión actualizada de la arboricultura, con lo que mejora la calidad de sus trabajos, su seguridad laboral y la salud de nuestros árboles y palmeras.

Bernabé Moya formó parte también del pequeño grupo de expertos que creó en 1994 la Asociación Española de Arboricultura, organización que ha permitido la difusión a lo largo de todo nuestro territorio de una cultura del árbol bien entendida. Incluyendo a las palmeras, que también estaban abandonadas a su suerte en toda Europa y eran objeto de continuos maltratos por una gestión inadecuada. En 1999, Bernabé, Claudio Littardi y otros científicos y técnicos europeos fundaron en la ciudad italiana de San Remo el Centro Studi e Ricerche per le Palme, organizador desde entonces de una bienal que se ha asentado como el encuentro europeo más importante sobre temas relacionadas con el fascinante mundo de las palmeras.

Desde el departamento de árboles monumentales, Bernabé ha dirigido diversos proyectos europeos de investigación. Por ejemplo, Big Trees for Life, destinado a divulgar los árboles monumentales españoles y su importancia en la conservación de la biodiversidad. Este proyecto promovía el uso de estrategias sostenibles a aplicar sobre los árboles viejos y los bosques maduros en municipios de la Red Natura 2000, poniendo de manifiesto la importancia de estos árboles como refugios de biodiversidad, testigos del cambio climático, creadores del paisaje, motores para el desarrollo sostenible de las economías rurales y símbolos para el medio ambiente y la educación medioambiental.

El proyecto más conocido en el que ha participado el Departamento ha sido CypFire-Barreras verdes de ciprés contra los incendios, una solución fiable, ecológica y económica para salvaguardar las regiones mediterráneas. Este proyecto ha sido cofinanciado por fondos de la Unión Europea y se desarrolla en colaboración con 12 centros de I+D+I de 9 países del arco mediterráneo). El proyecto ha presentado unos resultados esperanzadores para un país asolado por los incendios, como es el nuestro. Con el cierre del departamento se abandona el proyecto sin concluir y 7000 cipreses de diversas variedades desarrolladas específicamente para este fin corren riesgo de morir al estar depositados en un vivero desde hace varios años. Sólo faltaba plantarlos en áreas piloto donde comprobar si lo ocurrido en el incendio de Andilla, donde se quemó todo menos una parcela experimental de cipreses, fue un espejismo o puede convertirse en una realidad que genere futuro.

Y cuando todavía estábamos recuperándonos de la sorpresa y la indignación por la decisión de cerrar el Departamento y despedir a Bernabé, la Generalitat, a la que la propia Diputación entrega las competencias en árboles monumentales, nos vuelve a sorprender. Hace pocos días anunció la inminente reforma de la Ley, pero no para extender la protección sino para restringir el número de árboles y palmeras que se pueden acoger a ella. Varios de los ejemplares del Jardín Botánico, por ejemplo, quedarían fuera, por no hablar de los cientos de olivos multicentenarios que volverían a quedar expuestos a ser arrancados y exportados. Cierto es que ahorraríamos algo de dinero a los maltrechos presupuestos públicos, pero ¿vale la pena abandonar a nuestros patriarcas por un puñado de euros? ¿Es ese el precio de nuestra ética? ¿Es, al menos, una política de futuro?
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1 comentario:

Daniel Climent Giner dijo...

Molt interessant l'article.
Una ben travada connexió entre aspectes històrics, simbòlics, emotius, socials i ecològics. Enhorabona, i gràcies per fer-lo i compartir-lo.