viernes, 1 de abril de 2016


ALFREDO ZULOAGA Y GUTIÉRREZ (Colombia)
Los árboles


En el día azul del verano traslúcido del mes de Julio
ando
por el agrio camino que serpea
y cúrvase
bajo los árboles, solicitando
la piedad de las sombras.
Buenas sombras de árboles
que franjeadas por el sol,
cariñosas extiéndense
al azar
cual mujeres vencidas al amor.
Pobre
camino,
lengua
mordida
por
el bochorno abrazador!
¡Pobre
camino,
brazo
agobiado
de hombre
caído
sin esperanza de resurrección!
¡Pobre camino
que no tiene fin
ni reposo en aldea ni ciudad,
y se pierde cansado en el confín
como una ansia imposible de llorar...!
Así me ofrezco yo sobre la vida
a los fuegos del mal
como un
infinito sendero de dolor,
sin hallar
ningún
punto final...
Los árboles están,
abiertos;
dados
al sol;
transfigurados,
en la luz;
arrobados,
en la quietud.
¡Inmensos en el aire sin límite
de claridad plenisolar!


Todo el azul en su ramaje,
quiébrase;
el rigor todo en su verdura,
témplase.
Y su sombra dulcísima
como un alma que inclínase
al paso de los tristes,
ábrese
en blanda seda fácil,
sobre las gijas áridas
y las ríspidas
zarzas.


Los gajos verdes, ya fructificado
y sazonado
su tesoro,
se rinden con la carga
de miel y oro;
y parecen
como múltiples manos dadivosas
que se ofrecen
amorosas.
¡Oh florido banquete de los pájaros!
¡Oh rica mesa al ágape
de los alados huéspedes,
munífica
ofrecida!


¡Oh paraíso mágico sin verjas
ni cerrojos,
vertical
símbolo del ideal!


Palacio de esmeralda de los coros
de los ligeros céfiros canoros
y las aves,
de día dado a la iluminación
y de noche a la música callada
de la constelación...


Alhambra de capricho estremecida
de secreta virtud
perenne,
que si se calla es la elación vivida,
y si se puebla es un laud
solemne.



Y oro:
Dios azul, ojo inmenso,
mano regalada como espiga sin dueño,
bondad sin regateo como fuente de terreno baldío,
misericordia abierta como huerto
sin espina de cerco.



Dios azul, como cielo de verano,
abierto, como sol de mediodía,
elévame,
verdéceme,
ilumíname.


¡Hazme divino!


Sean mis virtudes
amplio ramaje de aromada fronda,
solaz de cuantos sufren
mal de nostalgia,
-pena sin origen...-


Hazme ramo de bien fructificado,
de caridad florida,
que vivífico ofrécese
a toda mano;
mano,
de fiera;
mano,
de lepra;
mano,
de nieve,
mano,
de rosa...


Hazme banquete de piedad;
holganza
de amor, ávida
de cuantos tienen avidez;
generoso,
sin número,
ni tasa,
ni medida,
como las fuentes de la vida
y como los anhelos de tu raza.


Hazme vasto,
en tu cielo;
firme,
en tu tierra;
libre,
en tu viento;
sano,
en tu lodo;
puro,
en tu lumbre.
Hazme como tus árboles, Señor,
vaso de miel
y cántaro
de frescor.


¡Como tus bellos árboles en flor,
en días de rigor
azul del verano translúcido del mes de Julio,
sea yo, Señor!
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No tengo referencias de este escritor, agradecería que alguien me mandase alguna reseña, biografía...

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